La llegada del covid-19, en marzo de 2020, cambió los planes del país y, por supuesto, de toda la población que vive en Chile. Los deportistas del Club Deportivo Manquehue tampoco escaparon de esta situación y recién en la segunda mitad de 2020 pudieron empezar a retomar sus entrenamientos con cierta normalidad.
A pesar de eso, Catalina Pinto siguió adelante y no dejó de pensar en su objetivo de llegar al Sudamericano de Gimnasia, el cual finalmente se desarrolló en 2021. Aquel fue el momento cúlmine de su carrera y, desde entonces, su motivación y ambición deportiva han ido creciendo.
Quisimos conocer cómo es la vida de una gimnasta y, especialmente, en una época en que todo parece ser más difícil que antes. A lo largo de una grata conversación, pudimos conocer más sobre Catalina, una joven de 20 años que, además de dedicarse a la gimnasia, estudia arquitectura.
Catalina, me gustaría saber por qué entraste a la gimnasia.
En mi colegio teníamos tres opciones de actividades extraprogramáticas, que eran vóleibol, atletismo y gimnasia. Siendo chica, me pareció mucho más llamativa la gimnasia. Igual, era un nivel básico y después, como a los 12 años, mi mamá y papá me preguntaron si acaso no me interesaría dedicarle más tiempo. Entonces, me ofrecieron meterme al Club Deportivo Manquehue. Yo estaba en un colegio alemán, asi que me vine a probar y entré.
¿Cómo fue el proceso de llegar a la gimnasia acá?, ¿te lo tomaste más en serio en el club?
Sí, acá había una metodología muy distinta a la cual estaba costumbrada. Todo era mucho más emocionante. Cuando reboté por primera vez, me di cuenta que las colchonetas eran mucho mejores. Me encanté aún más y, al tener más referencia de la gimnasia, me fui adentrando en este mundo. En el colegio no sabía mucho y acá conocí la profundidad del tema. Acá partíamos los entrenamientos con preparación física y en el colegio era llegar y hacer los ejercicios o rutinas. Acá, había mucho más. Era otra gimnasia.
¿En qué minuto decidiste que te querías dedicar a esto? ¿pensaste en hacerlo 100% o también estudiar?
Fue muy complejo, porque me encantaría dedicarme a la gimnasia y ver lo que podría pasar, pero siempre está la línea predeterminada, que es salir del colegio, estudiar y trabajar. Está todo súper establecido. Pasar esa línea era romperle el esquema a mi mamá y papá. A mí me da lo mismo. Sé que hay tiempo para hacer otras cosas más adelante. Tendré toda la vida para estudiar. Fue complicado hablar con ellos y contarles que quería entrar a la universidad un año más tarde. Tuve que pasar todo cuarto medio hablándoles del tema y proponiendo un plan concreto. Fue todo un proceso para que ellos también se sintieran bien. A ellos les generaba inseguridad que no siguiera el clásico esquema.
Un momento clave fue cuando llegó Pancho (NdlR: Francisco Rodríguez, head coach de la rama de gimnasia artística femenina) al club, porque justo antes de eso había estado en un momento de desmotivación, pues no sabía hacia donde iba con esto. Entonces, apareció él, con su visión tan clara y sus ganas de lograr cosas. Conectamos altiro y eso fue muy bacán, asi que creamos un equipo al cual se sumó Fanny (NdlR: Stefanía Andrée Canala-Echeverría). En resumen, la motivación también viene gracias al cuerpo técnico.
¿Ha sido muy importante su apoyo?
Infinitamente. Ha sido fundamental. Cuando estoy súper complicada y tengo un enredo en mi cabeza, él desenreda todo y después vemos todo claro. Esto va más allá de lo estrictamente técnico y no es tan normal que la relación gimnasta-entrenador sea tan profunda. Esto fue muy palpable durante el Sudamericano de Gimnasia, ya que nos hicieron una charla para ayudarnos a desarrollar la personalidad. Por ejemplo, si el entrenador te trata como máquina, poder decir algo y ponerte a ti primero. Empezaron a salir todos estos temas, porque hubo tensión y discusiones entre gimnastas y entrenadores. Con esto que viví, fue como ‘oh, qué suerte tengo’.
¿Estás contenta con el grado de dedicación actual o quisieras aún más?
Lo que hice fue tomarme el 2020 para dedicarme 100% a entrenar. Postergué mi puntaje de la PSU para el año siguiente. Con la pandemia, ese año que tomé para entrenar recién lo pude usar, en forma presencial, a partir de agosto. Eso me cayó súper fuerte, es decir, haber podido convencer a mis papás de poder dedicarme a la gimnasia y terminar entrenando en mi casa. Lo más difícil fue que tampoco tenía otras cosas que hacer, porque no había colegio o universidad. Tampoco podía estar todo el día haciendo gimnasia, pues hay muchas cosas que no se pueden hacer si no estás en un gimnasio. Cuando volvimos a la presencialidad fue otra cosa. Tener la posibilidad de hacer algo que no sabíamos cuándo podríamos retomar fue un detonante de motivación y un impulso clave para conseguir los logros que llegaron después.
O sea, la pandemia te cambió todo.
Mi plan para 2020 era entrenar a full, ser parte de la selección y competir por Chille. Eso no se concretó y, de hecho, el Sudamericano de 2020 se fue postergando y se hizo recién en 2021. Había tenido mi año de entrenamiento, pero al siguiente tenía que entrar a la universidad, pues era lo acordado. Cuando empecé los estudios, sentía que se había cerrado la posibilidad de conseguir los objetivos que tenía. Lo lindo es que justo lo logré cuando las circunstancias me hacían pensar que sería imposible.
Volviendo al tema de la dedicación, otro tema importante es que siempre está presente eso de estar en dos partes, pero en ninguna, al mismo tiempo. Tengo que estar corriendo para ir a la universidad y luego para entrenar. Cuesta disociar los espacios. Estás en un lado y siempre piensas en lo otro. Ha tenido momentos de colapso, de pasarlo mal, pero, en paralelo, ha sido muy lindo demostrarme a mí misma que sí se puede. Es rico tener dos espacios, porque a veces las cosas no salen como uno planifica, entonces tengo otro lugar para desconectarme. El asunto ha sido ir encontrando los ritmos, pero sin adelantarme a los tiempos. Voy viendo cada día cómo van las cosas. Trato de aprovechar al máximo el tiempo y a usarlo de la forma más eficiente posible.
¿Cómo es practicar la gimnasia en Chile? El gimnasio acá es muy bueno, pero la infraestructura en Chile en general no es buena. ¿Te sientes afortunada?
Te doy un ejemplo. Nosotros usamos magnesio y hace un tiempo habían cambiado el distribuidor. Entonces, el magnesio resbalaba más. Los primeros días todas reclamábamos, pero con eso nos dimos cuenta que tenemos muchos privilegios y que estábamos acostumbradas a tener el mejor magnesio.
La gimnasia no está tan desarrollada como otros deportes en Chile. ¿Es mejor enfocar la carrera en forma individual más que por equipos?, ¿te puedes dedicar a las dos modalidades o es más fácil de manera individual?
Cuando clasificamos al Sudamericano de Gimnasia, hicimos varios entrenamientos en conjunto, que son claves para generar un equipo sólido, pero no es algo que sea habitual. Por ejemplo, veíamos a la selección de Argentina y ellas hacen concentraciones todos los meses. Tienen una dinámica grupal y sincronización total. Eso falta para tener un combinado más fuerte.
Ustedes tienen otros horarios, ritmos y estilos de vida. Les toca viajar y cosas así. ¿Te afecta esto o estás enfocada en destacar en la gimnasia?
Este año ha sido más difícil. Siento muchas ganas de formar parte de lo común. Sobre todo, porque, habiendo ido al Sudamericano de Gimnasia, te liberas. Ahora, quizás me puedo dar el lujo de salir con mis amigos. Ha sido un vaivén, especialmente a principios de año. Me pude ir de vacaciones y eso no lo suelo hacer, porque enero es full entrenamiento.
¿Tienes otras metas o ya cumpliste el sueño y piensas “que venga lo que venga”?, ¿Creció la ambición?
Sí, crece. De hecho, cuando volví del Sudamericano, todas se tomaron la semana y yo apenas pude volví a entrenar. Habiendo conocido lo que es y teniendo mucho más por conocer, hay hambre de seguir consiguiendo logros.
En términos deportivos, ¿cuál es tu meta para este año?
Mi objetivo es formar parte del equipo que representará a Chile en los Juegos Suramericanos, que se realizarán, a principios de octubre, en Paraguay.
¿Qué deberías mejorar como gimnasta y cuál sería tu fortaleza?
Uno de mis grandes temas es mejorar la tolerancia a la frustración, porque soy muy perfeccionista. Es mi debilidad y fortaleza, pues soy tan perfeccionista, que estoy determinada a lograr la perfección, pero a veces no se puede y soy muy dura conmigo. Es así que dejo de disfrutar, porque no salió como yo pensaba. Es algo que debo trabajar siempre. En lo técnico, quiero mejorar mis saltos, aumentar la dificultad y meterle giros. En barra debo lograr todos los requisitos para ir subiendo el nivel.
Y tus fortalezas….
Las ganas y, algo que es muy propio del club, hay mucho equipo. Es lindo llegar acá y sentir esta conexión. Todo el mundo está feliz cuando te resulta algo. Niñas chicas se acercan a ti y te dicen cosas bonitas, asi que eso te motiva mucho. Es una familia, un clan.
Después de la arquitectura, ¿te proyectas dedicada de lleno a la gimnasia o no te gusta pensar tan a largo plazo?
Lo he pensado y me encantaría, pero no soy una persona de proyectarme tanto en el futuro. Es muy típico que te pregunten cómo te ves en siete años más y eso me agobia. Si bien tengo objetivos, prefiero ir sintiendo los procesos.
¿En qué minuto te queda tiempo para tu vida privada o el tiempo libre? ¿eso te incomoda o lo tienes asumido?
Cuando estaba en el colegio todo era más simple, porque siempre estuve con mis amigas de toda la vida y ellas conocían mis ritmos y horarios. Por ejemplo, los viernes no juntábamos y sabían que tal vez llegaría más tarde. Ahora, en la universidad, se formaron nuevos lazos y para establecer esas conexiones uno tiene que dedicarle tiempo. Y aunque sean cercanos, igual es difícil internalizar que alguien prefiera estar entrenando en vez de estar con los amigos. Hay que priorizar. Ha sido un poco difícil, ya que tengo ganas de estar con esta gente nueva, pero de a poco se va conociendo.
¿Qué te gusta hacer en el poco tiempo libre que tienes?
Aprovecho los desplazamientos y trayectos para estar conmigo, pensar y escuchar música. Dibujo harto. Es rico aprovechar de ver gente.
¿Y el dibujo es un pasatiempo o algo más?
Tiene que ver con la arquitectura, ya que siempre me ha gustado el lado artístico. Esta carrera incluye eso, entonces incorpora varias áreas que me interesan.
En el fondo tienes tres actividades (arquitectura, dibujo y gimnasia) y en ellas siempre estás creando, proyectando y pensando en algo nuevo. Son tres caminos en uno y te fortalecen. ¿Qué opinas?
(Reflexiona) Mmmmmm. Nunca lo había pensado así.
¿Algún mensaje final para el club, la rama o la gente en general?
Entrenar acá es un sueño y me llena mucho poder tener esta red, pues es fundamental. Los logros que uno tiene se relacionan con quienes te rodean, es algo compartido. Hay días difíciles y en ellos se acerca alguien que te despeja la cabeza y te ayuda a ver las cosas bien. Eso te ayuda a seguir, porque uno no se la puede solo.